Los verbos
Los verbos latinos poseen una conjugación similar a los españoles, por el cual motivo no debería suponer mayor dificultad en identificar los tiempos y los modos. No obstante, sí existen algunas diferencias; por ejemplo, en español existen dos voces, activa y pasiva, en tanto en latín habría que añadir la voz media; a su vez, en español hay una mayor variedad de tiempos y aspectos que no tienen paralelo en latín. Por todo ello, comparando la conjugación del español y del latín, se podría considerar que en esta segunda lengua el aprendizaje debería resultar más fácil.
En primer lugar tenemos que aludir a las tres personas verbales, así como a los dos números: primera, segunda y tercera, singular y plural (igual que en español). Por supuesto, cada una de estas combinaciones tiene su desinencia, que en general podríamos mencionar así: “-m” (1ª singular), “-s” (2ª singular), “-t” (3ª singular), “-mus” (1ª plural), “-tis” (2ª plural), “-nt” (3ª plural). Obviamente, a veces nos topamos excepciones, como las hemos encontrado en las declinaciones, pero no son tantas y sí son fáciles de localizar. A su vez, los verbos se agrupan en cuatro grupos (en español hay tres), donde en la primera conjugación nos encontraremos con verbos con lexema terminado en “-a” (ama-re), en la segunda los temas en “-e” (tene-re), en la tercera los temas en consonante (duc-e-re) y en la cuarta los temas en “-i” (audi-re). Pongamos un ejemplo de la primera conjugación con el verbo “ama-re”: su pretérito imperfecto se formaría añadiendo la desinencia temporal al lexema (-ba-) y la desinencia personal al final: “ama-ba-m” (1ª persona del singular del pretérito imperfecto de indicativo de la voz activa). Así pues, una forma verbal indica, al igual que en español, la persona, el número, el tiempo, el modo y la voz.
Aparte de los verbos regulares, también existen verbos irregulares, como en cualquier otro idioma, y uno de los más utilizados es el verbo “esse” (ser), en donde el lexema vacila entre una raíz completa y otra no (*-s/*-es). Otros verbos carecen de la voz activa en su conjugación (se conjuga en voz pasiva), aunque su significado pertenece a ésta. En fin, como en todos los idiomas, la lengua latina tiene verbos regulares e irregulares. Eso sí, la parte más regular de las formas verbales tal vez sean sus desinencias personales, cuyas excepciones son más bien escasas; así pues, aprendamos éstas antes de proseguir, que son las que hemos visto arriba: “-m, -s, -t, -mus, -tis, -nt”.
En primer lugar tenemos que aludir a las tres personas verbales, así como a los dos números: primera, segunda y tercera, singular y plural (igual que en español). Por supuesto, cada una de estas combinaciones tiene su desinencia, que en general podríamos mencionar así: “-m” (1ª singular), “-s” (2ª singular), “-t” (3ª singular), “-mus” (1ª plural), “-tis” (2ª plural), “-nt” (3ª plural). Obviamente, a veces nos topamos excepciones, como las hemos encontrado en las declinaciones, pero no son tantas y sí son fáciles de localizar. A su vez, los verbos se agrupan en cuatro grupos (en español hay tres), donde en la primera conjugación nos encontraremos con verbos con lexema terminado en “-a” (ama-re), en la segunda los temas en “-e” (tene-re), en la tercera los temas en consonante (duc-e-re) y en la cuarta los temas en “-i” (audi-re). Pongamos un ejemplo de la primera conjugación con el verbo “ama-re”: su pretérito imperfecto se formaría añadiendo la desinencia temporal al lexema (-ba-) y la desinencia personal al final: “ama-ba-m” (1ª persona del singular del pretérito imperfecto de indicativo de la voz activa). Así pues, una forma verbal indica, al igual que en español, la persona, el número, el tiempo, el modo y la voz.
Aparte de los verbos regulares, también existen verbos irregulares, como en cualquier otro idioma, y uno de los más utilizados es el verbo “esse” (ser), en donde el lexema vacila entre una raíz completa y otra no (*-s/*-es). Otros verbos carecen de la voz activa en su conjugación (se conjuga en voz pasiva), aunque su significado pertenece a ésta. En fin, como en todos los idiomas, la lengua latina tiene verbos regulares e irregulares. Eso sí, la parte más regular de las formas verbales tal vez sean sus desinencias personales, cuyas excepciones son más bien escasas; así pues, aprendamos éstas antes de proseguir, que son las que hemos visto arriba: “-m, -s, -t, -mus, -tis, -nt”.
El tema de presente
De momento vamos a concentrarnos sólo en la voz activa de los verbos regulares, advirtiendo de antemano que los verbos con lexema en consonante sufren algunas alteraciones que se mencionarán en su momento. Para formar el tiempo presente en modo indicativo no tenemos más que unir el lexema y la desinencia personal. En este punto nos encontramos con una excepción: la desinencia de primera persona del singular no es “-m”, sino “-o”, lo cual provoca que la vocal de la primera conjugación desaparezca; en lugar de la forma *”ama-o”, tenemos “am-o”, no así en el resto de conjugaciones: “tene-o”, “duc-o” y “audi-o”. Para las demás personas las formas son completamente regulares, teniendo en cuenta que los temas en consonante necesitan el apoyo de una vocal para poder pronunciar la consonante del lexema y la consonante de la desinencia: *“duc-mus” acabaría como *”duc-e-mus” y finalmente llegaría a “duc-i-mus”; así pues, entre el lexema y la desinencia habrá que colocar una “-i-”, excepto en la tercera persona del plural, en donde aparece la “-u-“ (duc-unt). Existen, empero, una serie de verbos en consonante que han padecido el azote de la “yod”, intercalando dicho sonido entre el lexema y las desinencias (fac-i-o) haciendo que las formas semejen a las de la cuarta declinación; a este tipo de verbos se les llama mixtos. Una última excepción es la tercera persona del plural de la cuarta conjugación, que por influjo de la tercera añade una “-u-“ antes de la desinencia: “audi-u-nt”.
El pretérito imperfecto, según ya hemos visto anteriormente, está marcado con la desinencia temporal “-ba-“. En el caso de la tercera declinación, entre la raíz y esta desinencia habrá que colocar una vocal, la “-e-“ (duc-e-ba-m). Tal vez por influjo de esta conjugación, la cuarta también tomó esta vocal de apoyo y la usó en este tiempo: “audi-e-ba-m”.
El futuro imperfecto tiene dos desinencias distintas dependiendo de la conjugación: para las dos primeras se usa una “-b”, para las otras dos se usa la vocal “-e”, si bien todo lleva, como siempre, sus excepciones. Una vez más, entre la desinencia temporal consonántica y la personal se coloca una letra de apoyo, que será la “-i-“, excepto en la tercera del plural que es una “-u-“, y en la primera del singular, que la desinencia personal “-o” no necesita vocal de apoyo (“ama-b-o”, “ama-b-i-s”… “ama-b-u-nt”. En lo que respecta a las otras dos conjugaciones, la excepción sólo es la primera persona del singular, que emplea la “-a”: “duc-a-m”, “duc-e-s”.
Es curioso que el presente en el modo subjuntivo ocurra lo contrario que en el futuro, pues la desinencia es la “-a”, excepto en la primera declinación que, por conflicto con la vocal del lexema, se cambia a “-e” eliminando la “-a”: “am-e-m”.
En cuanto al pretérito imperfecto de subjuntivo su desinencia es “-re” (ama-re-m). Para los temas en consonante de la tercera conjugación se emplea una vocal de apoyo (-e-): “duc-e-re-m”; en cuanto a los verbos mixtos, la yod se abre un grado, de modo que de una forma como *”fac-i-re-m” se pasó a “fac-e-re-m”.
Al lado de estos tiempos tenemos que mencionar el imperativo, que en su forma singular de presente emplea el lexema sin más, aunque en la tercera conjugación se apoya con una “-e” final: “ama-“, “tene-“, “duc-e-“, “audi-”. Los verbos mixtos pierden la yod: “fac-e-“. Para el plural se emplea la desinencia “-te”: “ama-te”. En los temas en consonante vuelve a aparecer la vocal epentética: “duc-i-te”.
El latín también posee una desinencia para los imperativos de futuro, incluyendo aquí no sólo la segunda persona, sino también una tercera persona en cada uno de los números singular y plural. Para el singular la desinencia es la misma, “-to” (ama-to), con la correspondiente vocal epentética de los temas en consonante (duc-i-to). Para la segunda persona del plural se emplea la desinencia del singular y se añade la del presente: “ama-to-te” (recordemos que los temas consonánticos emplean la vocal epentética: “duc-i-to-te”). Por último, la tercera persona del plural del imperativo de futuro se forma añadiendo la desinencia “-nto” al lexema: “ama-nto”. En la tercera y cuarta conjugaciones se usa una vocal epentética en “-u-”, conservándose la yod en los temas mixtos: “duc-u-nto”, “fac-i-u-nto”, “audi-u-nto”.
Además de todas estas formas conjugadas, existe un participio de presente, que se declina como un adjetivo de la tercera declinación y cuya desinencia es “-nt”, de forma que tendríamos *”ama-nt-s” en el nominativo, si bien la forma pasa a “ama-ns”, como ya se vio en su momento. En cuanto a los temas en consonante, vuelven a acudir a la vocal de apoyo, en tanto los mixtos mantienen la yod, por cuya influencia la cuarta declinación acabó usando la misma vocal epentética: *“duc-e-nt-s” pasó a “duc-e-ns” en la tercera y *”fac-i-e-nt-s” acabó en “fac-i-e-ns” en los mixtos, mientras en la cuarta tendríamos “audi-e-ns”.
Otra forma no conjugada en el presente es el gerundio, que se declina como un neutro de la segunda declinación con los mismos apuntes para la tercera y cuarta conjugaciones que en el caso anterior. La desinencia sería “-nd-”: “ama-nd-um”.
Y ya, en última instancia, nos queda el infinitivo, formado por el lexema y la desinencia “-re” (ama-re), si bien en la tercera conjugación se debe de colocar la vocal de apoyo, perdiendo la yod los verbos mixtos: “duc-e-re”, “fac-e-re”.
Hasta aquí el verbo ha utilizado el mismo lexema para formar los distintos tiempos y formas verbales; este lexema se conoce como tema de presente. Ello es así, porque para formar los demás tiempos de pasado el lexema puede sufrir algunas transformaciones lingüísticas debidas a la evolución lingüística; en otras ocasiones, incluso, utiliza otro lexema que en nada tiene que ver con el tema de presente. De todas formas, los verbos regulares mantienen el lexema más o menos invariable.
El pretérito imperfecto, según ya hemos visto anteriormente, está marcado con la desinencia temporal “-ba-“. En el caso de la tercera declinación, entre la raíz y esta desinencia habrá que colocar una vocal, la “-e-“ (duc-e-ba-m). Tal vez por influjo de esta conjugación, la cuarta también tomó esta vocal de apoyo y la usó en este tiempo: “audi-e-ba-m”.
El futuro imperfecto tiene dos desinencias distintas dependiendo de la conjugación: para las dos primeras se usa una “-b”, para las otras dos se usa la vocal “-e”, si bien todo lleva, como siempre, sus excepciones. Una vez más, entre la desinencia temporal consonántica y la personal se coloca una letra de apoyo, que será la “-i-“, excepto en la tercera del plural que es una “-u-“, y en la primera del singular, que la desinencia personal “-o” no necesita vocal de apoyo (“ama-b-o”, “ama-b-i-s”… “ama-b-u-nt”. En lo que respecta a las otras dos conjugaciones, la excepción sólo es la primera persona del singular, que emplea la “-a”: “duc-a-m”, “duc-e-s”.
Es curioso que el presente en el modo subjuntivo ocurra lo contrario que en el futuro, pues la desinencia es la “-a”, excepto en la primera declinación que, por conflicto con la vocal del lexema, se cambia a “-e” eliminando la “-a”: “am-e-m”.
En cuanto al pretérito imperfecto de subjuntivo su desinencia es “-re” (ama-re-m). Para los temas en consonante de la tercera conjugación se emplea una vocal de apoyo (-e-): “duc-e-re-m”; en cuanto a los verbos mixtos, la yod se abre un grado, de modo que de una forma como *”fac-i-re-m” se pasó a “fac-e-re-m”.
Al lado de estos tiempos tenemos que mencionar el imperativo, que en su forma singular de presente emplea el lexema sin más, aunque en la tercera conjugación se apoya con una “-e” final: “ama-“, “tene-“, “duc-e-“, “audi-”. Los verbos mixtos pierden la yod: “fac-e-“. Para el plural se emplea la desinencia “-te”: “ama-te”. En los temas en consonante vuelve a aparecer la vocal epentética: “duc-i-te”.
El latín también posee una desinencia para los imperativos de futuro, incluyendo aquí no sólo la segunda persona, sino también una tercera persona en cada uno de los números singular y plural. Para el singular la desinencia es la misma, “-to” (ama-to), con la correspondiente vocal epentética de los temas en consonante (duc-i-to). Para la segunda persona del plural se emplea la desinencia del singular y se añade la del presente: “ama-to-te” (recordemos que los temas consonánticos emplean la vocal epentética: “duc-i-to-te”). Por último, la tercera persona del plural del imperativo de futuro se forma añadiendo la desinencia “-nto” al lexema: “ama-nto”. En la tercera y cuarta conjugaciones se usa una vocal epentética en “-u-”, conservándose la yod en los temas mixtos: “duc-u-nto”, “fac-i-u-nto”, “audi-u-nto”.
Además de todas estas formas conjugadas, existe un participio de presente, que se declina como un adjetivo de la tercera declinación y cuya desinencia es “-nt”, de forma que tendríamos *”ama-nt-s” en el nominativo, si bien la forma pasa a “ama-ns”, como ya se vio en su momento. En cuanto a los temas en consonante, vuelven a acudir a la vocal de apoyo, en tanto los mixtos mantienen la yod, por cuya influencia la cuarta declinación acabó usando la misma vocal epentética: *“duc-e-nt-s” pasó a “duc-e-ns” en la tercera y *”fac-i-e-nt-s” acabó en “fac-i-e-ns” en los mixtos, mientras en la cuarta tendríamos “audi-e-ns”.
Otra forma no conjugada en el presente es el gerundio, que se declina como un neutro de la segunda declinación con los mismos apuntes para la tercera y cuarta conjugaciones que en el caso anterior. La desinencia sería “-nd-”: “ama-nd-um”.
Y ya, en última instancia, nos queda el infinitivo, formado por el lexema y la desinencia “-re” (ama-re), si bien en la tercera conjugación se debe de colocar la vocal de apoyo, perdiendo la yod los verbos mixtos: “duc-e-re”, “fac-e-re”.
Hasta aquí el verbo ha utilizado el mismo lexema para formar los distintos tiempos y formas verbales; este lexema se conoce como tema de presente. Ello es así, porque para formar los demás tiempos de pasado el lexema puede sufrir algunas transformaciones lingüísticas debidas a la evolución lingüística; en otras ocasiones, incluso, utiliza otro lexema que en nada tiene que ver con el tema de presente. De todas formas, los verbos regulares mantienen el lexema más o menos invariable.
El tema de perfecto
Para formar los tiempos del perfecto el latín añade una especie de marca al lexema que se mantendrá en todos los tiempos. Esta marca puede variar de un verbo a otro. Ahora bien, la ventaja de estos tiempos es que las desinencias temporales no tienen excepciones, como ocurría en los tiempos de presente, a no ser un único caso, según se verá.
El tema de pretérito de la primera y cuarta conjugaciones se forma añadiendo “-ui-“ (que, si bien en un principio tenía sonido vocálico, se acabó pronuncian como consonante por ir entre dos vocales) al lexema: “ama-vi-“, “audi-vi-“. En la segunda conjugación esta desinencia conservó la “-ui” original por no ir en medio de dos sonidos vocálicos, de modo que tenemos “hab-ui”. En la tercera conjugación tenemos una doble vertiente, pues mientras en algunas ocasiones se alargaba la vocal del lexema (de *”leg-“ se pasó a *”leeg-“), en otras ocasiones se añadió una sigma al final del lexema (*”duc-s” > “dux” ); por supuesto, en latín no se escriben las dos vocales juntas si son la misma, así que *”leeg-“ se escribe “leg-“, por el cual motivo formalmente parece que el tema de presente es igual al tema de pretérito. Una vez vista cómo se forman los temas del pretérito en los verbos regulares, vayamos a sus tiempos.
Para formar el pretérito perfecto de indicativo sólo hay que añadir las desinencias personales al tema de perfecto; claro que las desinencias aquí son distintas a las de los tiempos de presente, puesto que han sufridos algunos cambios. La primera persona del singular pierde la desinencia personal por completo (ama-vi). A la segunda persona se añade el sufijo “-ti”, acabando por conformar “ama-vi-s-ti”. La tercera persona del singular y la primera del plural son regulares: “ama-vi-t” y “ama-vi-mus”. La segunda persona del plural también sería regular, sino fuera el infijo “-s-”, seguramente por comparación a la misma persona del singular: “ama-vi-s-tis”. Por último, la tercera persona del plural parece sufrir un cambio más radical, pues la vocal de la marca de perfecto va a abrir un grado para convertirse en “-e-“ debido al contacto con la consonante vibrante (r). ¿De dónde sale, pues, esta consonante? Ello se debe a ese infijo “-s-“, un sonido primitivo que al ir entre dos vocales vibra hasta convertirse en “-r-“; las vocales, al contacto con esta consonante vibrante, tienden a abrirse en un grado; además, esta persona necesita una vocal epentética delante de la desinencia personal, lo que da al conjunto una extraña terminación: de la forma prístina *”ama-vi-s-o-nt” se pasó a la definitiva “ama-ve-r-u-nt”. Como habíamos visto unos párrafos atrás, esta forma de tercera persona del plural alterna con otra, si bien menos frecuente (ama-ve-r-e) y en franca decadencia.
La desinencia para el pluscuamperfecto es “-sa-“, pero la silvante va entre vocales y acaba vibrando hasta convertirse en “-r-“, de donde obtendríamos *”ama-vi-sa-m” que pasaría a *“ama-vi-ra-m”; ahora bien, hay que recordar que la “-i-“ en contacto con la consonante vibrante acaba abriendo un grado, por el cual motivo la forma definitiva será “ama-ve-ra-m”.
El futuro perfecto está marcado con la desinencia “-si-” en un principio, aunque, según lo visto, acaba en “-ri”, teniendo en cuenta el caso anterior con respecto a la “-i” del tema de perfecto. Por lo demás, lo mismo que ocurría en el futuro del tema de presente, la primera persona del singular y la tercera del plural pierden la vocal de la desinencia temporal y aportan otra distinta, la desinencia en “-o” para el primer caso y la vocal epentética “-o” cerrada en “-u” para el segundo.: “ama-ve-r-o”, “ama-ve-ri-s”, “ama-ve-r-u-nt”.
En subjuntivo la desinencia para el pretérito perfecto viene a coincidir con el del futuro vista arriba (-ri-), de donde tendríamos “ama-ve-ri-m”. Por lo que respecta al pluscuamperfecto, la desinencia conserva la silbante porque no va entre dos vocales; esta desinencia es o marca es “-ss-“, por la cual causa se necesita una vocal epentética para poder pronunciar la desinencia personal: “ama-vi-ss-e-m”.
Dentro de las formas no personales nos topamos con el infinitivo, cuya desinencia o terminación es “-ise”: “ama-vi-sse”. Existe otra forma no conjugada, sino declinada, que es el participio de perfecto (nuestro participio), que se forma como un adjetivo de tres terminaciones y con una desinencia en “-t-“: “ama-t-us” (masculino de la segunda declinación), “ama-t-a” (femenino de la primera declinación), “ama-t-um” (neutro de la segunda declinación).
En definitiva, veamos los cuadros correspondientes a los tiempos en el tema de perfecto, presentando una sola de las conjugaciones, pues no hay diferencias entre ellas.
Si bien existen verbos que no sólo tienen los dos temas de presente y perfecto formados por dos lexemas distintos, sino incluso poseen un tercer lexema, sobre el que se forma el participio de pasado, cuya forma neutra se llama supino: "fero, tuli, latum" (llevar).
El tema de pretérito de la primera y cuarta conjugaciones se forma añadiendo “-ui-“ (que, si bien en un principio tenía sonido vocálico, se acabó pronuncian como consonante por ir entre dos vocales) al lexema: “ama-vi-“, “audi-vi-“. En la segunda conjugación esta desinencia conservó la “-ui” original por no ir en medio de dos sonidos vocálicos, de modo que tenemos “hab-ui”. En la tercera conjugación tenemos una doble vertiente, pues mientras en algunas ocasiones se alargaba la vocal del lexema (de *”leg-“ se pasó a *”leeg-“), en otras ocasiones se añadió una sigma al final del lexema (*”duc-s” > “dux” ); por supuesto, en latín no se escriben las dos vocales juntas si son la misma, así que *”leeg-“ se escribe “leg-“, por el cual motivo formalmente parece que el tema de presente es igual al tema de pretérito. Una vez vista cómo se forman los temas del pretérito en los verbos regulares, vayamos a sus tiempos.
Para formar el pretérito perfecto de indicativo sólo hay que añadir las desinencias personales al tema de perfecto; claro que las desinencias aquí son distintas a las de los tiempos de presente, puesto que han sufridos algunos cambios. La primera persona del singular pierde la desinencia personal por completo (ama-vi). A la segunda persona se añade el sufijo “-ti”, acabando por conformar “ama-vi-s-ti”. La tercera persona del singular y la primera del plural son regulares: “ama-vi-t” y “ama-vi-mus”. La segunda persona del plural también sería regular, sino fuera el infijo “-s-”, seguramente por comparación a la misma persona del singular: “ama-vi-s-tis”. Por último, la tercera persona del plural parece sufrir un cambio más radical, pues la vocal de la marca de perfecto va a abrir un grado para convertirse en “-e-“ debido al contacto con la consonante vibrante (r). ¿De dónde sale, pues, esta consonante? Ello se debe a ese infijo “-s-“, un sonido primitivo que al ir entre dos vocales vibra hasta convertirse en “-r-“; las vocales, al contacto con esta consonante vibrante, tienden a abrirse en un grado; además, esta persona necesita una vocal epentética delante de la desinencia personal, lo que da al conjunto una extraña terminación: de la forma prístina *”ama-vi-s-o-nt” se pasó a la definitiva “ama-ve-r-u-nt”. Como habíamos visto unos párrafos atrás, esta forma de tercera persona del plural alterna con otra, si bien menos frecuente (ama-ve-r-e) y en franca decadencia.
La desinencia para el pluscuamperfecto es “-sa-“, pero la silvante va entre vocales y acaba vibrando hasta convertirse en “-r-“, de donde obtendríamos *”ama-vi-sa-m” que pasaría a *“ama-vi-ra-m”; ahora bien, hay que recordar que la “-i-“ en contacto con la consonante vibrante acaba abriendo un grado, por el cual motivo la forma definitiva será “ama-ve-ra-m”.
El futuro perfecto está marcado con la desinencia “-si-” en un principio, aunque, según lo visto, acaba en “-ri”, teniendo en cuenta el caso anterior con respecto a la “-i” del tema de perfecto. Por lo demás, lo mismo que ocurría en el futuro del tema de presente, la primera persona del singular y la tercera del plural pierden la vocal de la desinencia temporal y aportan otra distinta, la desinencia en “-o” para el primer caso y la vocal epentética “-o” cerrada en “-u” para el segundo.: “ama-ve-r-o”, “ama-ve-ri-s”, “ama-ve-r-u-nt”.
En subjuntivo la desinencia para el pretérito perfecto viene a coincidir con el del futuro vista arriba (-ri-), de donde tendríamos “ama-ve-ri-m”. Por lo que respecta al pluscuamperfecto, la desinencia conserva la silbante porque no va entre dos vocales; esta desinencia es o marca es “-ss-“, por la cual causa se necesita una vocal epentética para poder pronunciar la desinencia personal: “ama-vi-ss-e-m”.
Dentro de las formas no personales nos topamos con el infinitivo, cuya desinencia o terminación es “-ise”: “ama-vi-sse”. Existe otra forma no conjugada, sino declinada, que es el participio de perfecto (nuestro participio), que se forma como un adjetivo de tres terminaciones y con una desinencia en “-t-“: “ama-t-us” (masculino de la segunda declinación), “ama-t-a” (femenino de la primera declinación), “ama-t-um” (neutro de la segunda declinación).
En definitiva, veamos los cuadros correspondientes a los tiempos en el tema de perfecto, presentando una sola de las conjugaciones, pues no hay diferencias entre ellas.
Si bien existen verbos que no sólo tienen los dos temas de presente y perfecto formados por dos lexemas distintos, sino incluso poseen un tercer lexema, sobre el que se forma el participio de pasado, cuya forma neutra se llama supino: "fero, tuli, latum" (llevar).