Consideraciones generales
En la lengua latina casi todo es susceptible de declinar. Hasta ahora hemos visto los nombres (sustantivos y adjetivos), así como los verbos. Sin embargo, los pronombres también tienen sus casos, aunque algunos se parecen a las variaciones que hay en español. Por ejemplo, los pronombres personales: “ego” es un nominativo, por lo que siempre funcionará como el sujeto de la oración; “me” es un acusativo, así que desempeñará el complemento directo; “mihi” es dativo o, lo que es lo mismo, complemento indirecto; “mei” es el genitivo, complemento del nombre. Esto mismo sucede con el pronombre de segunda persona (tu, te, tibi, tui). También en plural ocurre lo mismo en estas dos personas (nos, nos, nobis, nostrum, vos, vos, bobis, vostrum). En fin, incluso los indefinidos y los relativos, los cuales poseen los tres géneros (qui, quae, quod). No obstante y a pesar de sus irregularidades, no son difíciles de ubicar en sus casos correspondientes.
Por supuesto, existen en latín otros tipos de partículas, como existen en español, que nos ayudan a completar la información dada en un texto. Nos referimos a las preposiciones, a las conjunciones, a los adverbios, etc. Obviamente, estas partículas no se declinan, así que son fáciles de localizar. En cuanto a reglas necesarias que conocer, pocas, pues no hay mejor norma que el uso. Tal vez haya que saber que los nominativos nunca llevan preposición, como tampoco la llevan los sujetos en español; muy raramente los genitivos pueden llevar preposición, como tampoco es normal que la lleven los dativos. Hay preposiciones que, además de acompañar a un nombre, pueden introducir oraciones subordinadas, las cuales, además, pueden ir introducidas por otra clase de nexos. En fin, lo más complicado es lo que queda por venir: las oraciones subordinadas.
Por supuesto, existen en latín otros tipos de partículas, como existen en español, que nos ayudan a completar la información dada en un texto. Nos referimos a las preposiciones, a las conjunciones, a los adverbios, etc. Obviamente, estas partículas no se declinan, así que son fáciles de localizar. En cuanto a reglas necesarias que conocer, pocas, pues no hay mejor norma que el uso. Tal vez haya que saber que los nominativos nunca llevan preposición, como tampoco la llevan los sujetos en español; muy raramente los genitivos pueden llevar preposición, como tampoco es normal que la lleven los dativos. Hay preposiciones que, además de acompañar a un nombre, pueden introducir oraciones subordinadas, las cuales, además, pueden ir introducidas por otra clase de nexos. En fin, lo más complicado es lo que queda por venir: las oraciones subordinadas.
Oraciones subordinadas
Como en cualquier otra lengua o idioma, el latín puede formar una frase con una o varias oraciones, a veces coordinadas, a veces yuxtapuestas y a veces subordinadas. Las primeras gozan del mismo rango de importancia y van unidas por conjunciones coordinantes, lo mismo que en español, tales como “et” (y), “aut” (o), “enim” (pues) y otras. Las segundas también poseen el mismo rango, pero el único nexo de unión son las pausas orales y las acentuaciones gráficas (la coma). En cuanto a las subordinadas, como en español, la cosa se complica, pues siempre ha de haber al menos una oración principal y otra subordinada que indicará alguna característica nominal, adjetival o adverbial (los mismito que en español).
Dentro de la subordinación latina las oraciones más fáciles de entender quizás sean las de relativo, pues van introducidas por el pronombre relativo, las cuales tendrán por lo general un antecedente: domus quem vides mea est (la casa que ves es mía).
Otras oraciones no muy complicadas a la hora de verlas son las de infinitivo, pues el verbo aparecerá en esta forma verbal, yendo su sujeto en el caso acusativo: dico te ire (digo que tú te vas). Pero, vayamos por partes.
Dentro de la subordinación latina las oraciones más fáciles de entender quizás sean las de relativo, pues van introducidas por el pronombre relativo, las cuales tendrán por lo general un antecedente: domus quem vides mea est (la casa que ves es mía).
Otras oraciones no muy complicadas a la hora de verlas son las de infinitivo, pues el verbo aparecerá en esta forma verbal, yendo su sujeto en el caso acusativo: dico te ire (digo que tú te vas). Pero, vayamos por partes.