Puesto que lo importante del latín es la traducción de textos originales en esta lengua al idioma
español u otro cualquiera de la actualidad, toda esta teoría deberá ponerse en práctica con frases reales. A continuación traduciremos algunas de estas frases, antes de pasar a las conjugaciones.
Vinum laetificat cor hominis es uno de los salmos que aparecen en la Biblia. Se puede traducir con el mismo orden que aparece en latín: el vino alegra el corazón del hombre. Si nos fijamos en cada palabra veremos que “vinum” es un neutro de la segunda declinación, mientras que “cor” es un neutro de la tercera; es decir, uno de ellos será el Nominativo (Sujeto) y el otro será el Acusativo (Complemento Directo), lo cual se soluciona no sólo por la lógica (es el vino quien alegra el corazón y no el corazón el que alegra al vino), sino por el orden de palabras, pues el Nominativo suele aparecer antes que el Acusativo. En cuanto a “hominis”, es un Genitivo de la tercera declinación “homo, -inis”, de ahí que no pueda ser Dativo ni Ablativo plural de la primera o segunda declinaciones ni otro caso cualquiera, ni siquiera Nominativo de la tercera declinación, pues éste es “homo”; entonces, será Complemento del Nombre.
In rufa pelle nemo latitat sine felle es un aforismo medieval que se traduce como en una roja piel nadie se esconde sin hiel o tal vez bajo una piel roja no se esconde nadie sin hiel. Aquí podemos observar un Ablativo de la primera declinación (rufa) y otros dos de la tercera (pelle, felle), acompañados éstos por sendas preposiciones (in, sine); aparte del verbo, la otra palabra es un Nominativo de la tercera declinación (nemo, -inis).
Latet anguis in herba es un verso escrito por Virgilio en su obra Bucólicas. La traducción literal sería se oculta una serpiente en la hierba, que podría ordenarse mejor como una serpiente se oculta entre la hierba. La palabra “anguis” es un Nominativo de la tercera declinación, por el cual motivo no puede ser otro caso, mientras que “herba” es un ablativo de la primera declinación, puesto que no puede ser Nominativo por ir precedido de una preposición (in). A este respecto se debe recordar que en latín, al igual que en español, el Nominativo (Sujeto) no puede ir introducido por una preposición; así mismo, el Acusativo sólo puede llevar un tipo concreto de preposiciones, no todas; en cuanto al Dativo, éste nunca lleva preposición (en español el Complemento Indirecto sólo admite la “a” y en raras ocasiones “para”). Así pues, en cuanto aparezca una preposición podríamos pensar que acompaña a un Ablativo o, a veces, a un Acusativo.
Nulla iustitia est vera sine bonitate es un proverbio que aparece en el libro Liber Proverbium de Raimundo Lulio. La traducción vendría a ser ninguna justicia es verdadera sin bondad. Aquí aparecen tres Nominativos de la primera declinación, funcionando dos de ellos como Sujeto y el otro como Atributo (lo mismo que en español, el Sujeto y el Atributo han de concordar en género y número). Por su parte, “bonitate” es un Ablativo de la tercera declinación precedido de la preposición “sine”.
español u otro cualquiera de la actualidad, toda esta teoría deberá ponerse en práctica con frases reales. A continuación traduciremos algunas de estas frases, antes de pasar a las conjugaciones.
Vinum laetificat cor hominis es uno de los salmos que aparecen en la Biblia. Se puede traducir con el mismo orden que aparece en latín: el vino alegra el corazón del hombre. Si nos fijamos en cada palabra veremos que “vinum” es un neutro de la segunda declinación, mientras que “cor” es un neutro de la tercera; es decir, uno de ellos será el Nominativo (Sujeto) y el otro será el Acusativo (Complemento Directo), lo cual se soluciona no sólo por la lógica (es el vino quien alegra el corazón y no el corazón el que alegra al vino), sino por el orden de palabras, pues el Nominativo suele aparecer antes que el Acusativo. En cuanto a “hominis”, es un Genitivo de la tercera declinación “homo, -inis”, de ahí que no pueda ser Dativo ni Ablativo plural de la primera o segunda declinaciones ni otro caso cualquiera, ni siquiera Nominativo de la tercera declinación, pues éste es “homo”; entonces, será Complemento del Nombre.
In rufa pelle nemo latitat sine felle es un aforismo medieval que se traduce como en una roja piel nadie se esconde sin hiel o tal vez bajo una piel roja no se esconde nadie sin hiel. Aquí podemos observar un Ablativo de la primera declinación (rufa) y otros dos de la tercera (pelle, felle), acompañados éstos por sendas preposiciones (in, sine); aparte del verbo, la otra palabra es un Nominativo de la tercera declinación (nemo, -inis).
Latet anguis in herba es un verso escrito por Virgilio en su obra Bucólicas. La traducción literal sería se oculta una serpiente en la hierba, que podría ordenarse mejor como una serpiente se oculta entre la hierba. La palabra “anguis” es un Nominativo de la tercera declinación, por el cual motivo no puede ser otro caso, mientras que “herba” es un ablativo de la primera declinación, puesto que no puede ser Nominativo por ir precedido de una preposición (in). A este respecto se debe recordar que en latín, al igual que en español, el Nominativo (Sujeto) no puede ir introducido por una preposición; así mismo, el Acusativo sólo puede llevar un tipo concreto de preposiciones, no todas; en cuanto al Dativo, éste nunca lleva preposición (en español el Complemento Indirecto sólo admite la “a” y en raras ocasiones “para”). Así pues, en cuanto aparezca una preposición podríamos pensar que acompaña a un Ablativo o, a veces, a un Acusativo.
Nulla iustitia est vera sine bonitate es un proverbio que aparece en el libro Liber Proverbium de Raimundo Lulio. La traducción vendría a ser ninguna justicia es verdadera sin bondad. Aquí aparecen tres Nominativos de la primera declinación, funcionando dos de ellos como Sujeto y el otro como Atributo (lo mismo que en español, el Sujeto y el Atributo han de concordar en género y número). Por su parte, “bonitate” es un Ablativo de la tercera declinación precedido de la preposición “sine”.
Una vez vistos los tiempos de la voz activa en los verbos regulares, podríamos ponerlos en práctica mediante algunas frases y su correspondiente análisis y traducción. Para ello comenzaremos por est oculis sanum saepe lavare manum, que es un aforismo médico de la escuela de Salerno. Las palabras latinas significan por orden: “ser”, “ojo”, “sano”, “a menudo”, “lavar”, “mano”. El verbo está en presente, así que lo traducimos por es; “oculis” es una palabra de la segunda declinación, así que será dativo o ablativo plural; “sanum” es un adjetivo neutro en nominativo, puesto que no puede ir en acusativo por depender del verbo “ser”; el adverbio se traduce tal cual; el infinitivo es de presente, por lo que no supone dificultad alguna; “manum” es un masculino de la cuarta declinación, así que está en acusativo, por lo que sin duda acompaña al infinitivo. Así pues, una primera traducción quedaría así: es para los ojos sano a menudo lavar la mano; dado que el orden no parece el más lógico en español, lo cambiamos según parece que debería ser: para los ojos es sano lavarse las manos a menudo. Pero, para llegar aquí, ¿cómo se sabe si una palabra pertenece a una declinación concreta y cuál es su género? La forma más natural de saberlo es conociendo dicha palabra con el uso, lo mismo que conocer su significado. Otra forma de llegar a este conocimiento es visitando el diccionario; allí habrá que buscar el lexema que creamos más próximo (ocul-) y añadiremos una posible terminación de nominativo (-us); al encontrar la palabra, en el diccionario se menciona también el genitivo (oculus, -i), y por el genitivo sabremos a qué declinación pertenece (-ae, -i, -is, -us, -ei); a continuación se indica el género y los distintos significados que puede alcanzar dicha palabra, junto a algunos ejemplos. Para distinguir entre el dativo y el ablativo en casos como éste, tendremos que fiarnos del contexto y de nuestra intuición, al menos hasta que con el uso aprendamos a distinguirlos mejor. Por otro lado, a la hora de traducir una frase, sobre todo si es larga, deberemos hacer una primera traslación si se nos hace dificultosa, para luego ordenar las palabras al contexto del español.
En su libro Ad familiares Cicerón escribió nullus dolor est, quem non longinquitas minuat atque molliat; traduzcámoslo. Antes de comenzar, hay que notar que el verbo “ese” (ser) a veces se puede traducir por “haber”, lo mismo que ocurre con el inglés “to be” (there is); una vez aclarado esto, veamos: ningún dolor hay, que el paso del tiempo no disminuya y debilite. Si exceptuamos la negación, el resto del orden de palabras en español podría quedar perfectamente con el mismo que tenía en el original latino; por lo que respecto al término “longinquitas”, se ha traducido como “paso del tiempo”, aunque literalmente signifique “distancia” (espacial o temporal), pues aquí el sentido indica tiempo.
Existe un epigrama anónimo dedicado a un médico, que dice pharmaca das aegroto, aurum tibi porregit aeger, cuya traducción sería medicamentos das al enfermo, oro te ofrece el convaleciente. “Pharmaca” es un neutro en plural que funciona como acusativo, pues el sujeto del verbo es la segunda persona del singular (tú), así que será el complemento directo. “Aegroto” es un dativo o ablativo singular y, ya que se refiere a una persona, era bastante probable que fuera dativo y no ablativo. “Aurum” es otro acusativo neutro, dado que no puede ser nominativo porque más adelante tenemos “aeger”, un masculino que sólo puede ir en este caso. “Tibi” es la forma dativa del pronombre de segunda persona “tu”.
En el análisis de la frase in fuga foeda mors est; venciendo, gloriosa, que aparece en las Filípicas de Cicerón, vamos a tomar un camino distinto en lugar de traducir directamente. Para esta forma de traducir se necesita analizar palabra por palabra antes de colocarlas en el orden lógico del español. Parece bastante claro que la preposición “in” acompaña a la palabra “fuga” (fuga, –ae), que estaría en ablativo singular. Para buscar “foeda” en el diccionario nos dirigiremos al lexema “foed-“, y entre las varias opciones que vemos nos toparemos con “foedus, -a, -um”, un adjetivo, cuyos masculino y neutro se declinan por la segunda y su femenino por la primera; así pues, de momento podrían ser varios casos y lo dejamos a un lado. Buscamos, entonces, “mors”, que sólo puede ser nominativo femenino (mors, -tis). Puesto que la forma “est” no supone ninguna dificultad, retomamos el adjetivo y comprobamos si acompaña a “fuga” o a “mors”; parece que el sentido nos hace inclinar por esta segunda palabra (en la huida la muerte es indigna). Vamos ahora con “venciendo”, que no parece que suponga ningún obstáculo, pues en español se usa el mismo término. Lo mismo se podría decir de “gloriosa”. Así pues, si mudamos el orden de las palabras en la frase latina obtendríamos *mors est foeda in fuga; venciendo, gloriosa, cuya traducción sería: la muerte es indigna en la huida; en la victoria (venciendo), gloriosa.
Otro aforismo medieval nos dice que saepe dat una dies quod totus denegat annus. ¿Nos atreveríamos a traducir sin más análisis? Tan sólo deberíamos juntar dos palabras que en español van aunadas y en latín las separa el verbo (totus, annus), con lo que tendríamos que a menudo da un solo día lo que todo un año niega, aunque para ser más fieles habría que decir a menudo un solo día da lo que un año entero niega.
En su libro Ad familiares Cicerón escribió nullus dolor est, quem non longinquitas minuat atque molliat; traduzcámoslo. Antes de comenzar, hay que notar que el verbo “ese” (ser) a veces se puede traducir por “haber”, lo mismo que ocurre con el inglés “to be” (there is); una vez aclarado esto, veamos: ningún dolor hay, que el paso del tiempo no disminuya y debilite. Si exceptuamos la negación, el resto del orden de palabras en español podría quedar perfectamente con el mismo que tenía en el original latino; por lo que respecto al término “longinquitas”, se ha traducido como “paso del tiempo”, aunque literalmente signifique “distancia” (espacial o temporal), pues aquí el sentido indica tiempo.
Existe un epigrama anónimo dedicado a un médico, que dice pharmaca das aegroto, aurum tibi porregit aeger, cuya traducción sería medicamentos das al enfermo, oro te ofrece el convaleciente. “Pharmaca” es un neutro en plural que funciona como acusativo, pues el sujeto del verbo es la segunda persona del singular (tú), así que será el complemento directo. “Aegroto” es un dativo o ablativo singular y, ya que se refiere a una persona, era bastante probable que fuera dativo y no ablativo. “Aurum” es otro acusativo neutro, dado que no puede ser nominativo porque más adelante tenemos “aeger”, un masculino que sólo puede ir en este caso. “Tibi” es la forma dativa del pronombre de segunda persona “tu”.
En el análisis de la frase in fuga foeda mors est; venciendo, gloriosa, que aparece en las Filípicas de Cicerón, vamos a tomar un camino distinto en lugar de traducir directamente. Para esta forma de traducir se necesita analizar palabra por palabra antes de colocarlas en el orden lógico del español. Parece bastante claro que la preposición “in” acompaña a la palabra “fuga” (fuga, –ae), que estaría en ablativo singular. Para buscar “foeda” en el diccionario nos dirigiremos al lexema “foed-“, y entre las varias opciones que vemos nos toparemos con “foedus, -a, -um”, un adjetivo, cuyos masculino y neutro se declinan por la segunda y su femenino por la primera; así pues, de momento podrían ser varios casos y lo dejamos a un lado. Buscamos, entonces, “mors”, que sólo puede ser nominativo femenino (mors, -tis). Puesto que la forma “est” no supone ninguna dificultad, retomamos el adjetivo y comprobamos si acompaña a “fuga” o a “mors”; parece que el sentido nos hace inclinar por esta segunda palabra (en la huida la muerte es indigna). Vamos ahora con “venciendo”, que no parece que suponga ningún obstáculo, pues en español se usa el mismo término. Lo mismo se podría decir de “gloriosa”. Así pues, si mudamos el orden de las palabras en la frase latina obtendríamos *mors est foeda in fuga; venciendo, gloriosa, cuya traducción sería: la muerte es indigna en la huida; en la victoria (venciendo), gloriosa.
Otro aforismo medieval nos dice que saepe dat una dies quod totus denegat annus. ¿Nos atreveríamos a traducir sin más análisis? Tan sólo deberíamos juntar dos palabras que en español van aunadas y en latín las separa el verbo (totus, annus), con lo que tendríamos que a menudo da un solo día lo que todo un año niega, aunque para ser más fieles habría que decir a menudo un solo día da lo que un año entero niega.